«METALLICA: De la balada de la Sidrería a la metralla de Lars Ullrich»

Pasaban a la cabina y decían: «¿Por qué no te pones algo de caña, tronco, que no hemos venido a escuchar mariconadas?…» Y cosas así. Por supuesto, reaccionaba a la primera si la petición era femenina, y a la cuarta, quinta o nunca si era masculina. El fútbol es así. Pero cuando reaccionaba casi siempre preguntaba: «¿AC/DC o Metallica?». Era lo que conocía en 1993, pero como ya he dicho en otra ocasión, tenía el comodín de mis amigos expertos en hard rock, a los que va dedicada esta entrada, por su aportación en todo.
Uno de ellos es Miguel Sevillano, hoy bajista de una banda de trash progresivo que recomiendo: ‘As my world burns’, con dos discos editados, el segundo de ellos magníficamente producido en Austria. Miguel y algunos colegas más controlaban a la perfección el gran póker del trash metal, es decir, Megadeth, Slayer, Anthrax y Metallica.

No nos metimos en tales profundidades y, para empezar, apostamos a ojos cerrados por Metallica. Les venía escuchando desde que sacaron un par de años antes el ‘Black Album’, para unos un paso atrás en el estilo de la banda -luego os enlazo lo que alegan los críticos-, y para otros muchos, mayoría, la joya de la corona. El disco negro llegó en vinilo al Topete ya como número 1 en el Billboard, con temas como “Enter Sandman”, “Sad but true”, “Wherever I may roam”, o de “The unforgiven”. Por este último y el «Enter Sandman» empecé yo, cuando íbamos, algunos recordaréis, a la Sidrería de Guadarrama: metías 50 pelillas en la máquina y salía el videoclip. Luego, al futbolín y la chica del Baileys…Historias.

Con esos precedentes, es fácil hacerse a la idea de que fue una de las bandas imprescindibles del Topete, que además terminó entrando por el oído a todos los públicos. Eso fue en el fondo el sustento de la crítica a nivel mundial, pues Metallica traspasó la frontera de los circuitos trash más específicos para conquistar el mundo, principalmente con el que posiblemente sea el mejor repertorio de baladas heavy de todos los tiempos: más de 100 millones de copias vendidas y orquestas de clásica adaptando varios de sus grandes temas. Demasiado para los críticos heavy de posturas cerradas.

De la historia de la banda, os pongo lo básico. Los Metallica son originales de Los Ángeles, pero se instalaron en febrero de 1983 en San Francisco. Todo empezó en 1981, cuando coincidieron en Los Angeles el batería nacido en Dinamarca, Lars Ulrich, y el cantante y guitarra rítmico James Hetfield, angelino de nacimiento. Ambos tenían 18 años. No tardaron en unirse Lloyd Grant y Ron McGovney, pero tampoco duraron mucho, pues fueron sustituidos por el guitarrista Dnave Mustaine y el bajista Cliff Burton.

Lo que más llama la atención es el despido de Mustaine, un año después de ingresar en Metallica, debido a su excesiva adicción al alcohol y una actitud violenta. Se fue y fundó Megadeth, otra gran banda. Fue sustituido por Kirk Hammett, ex guitarrista de Exodus.

La otra gran incidencia se sitúa en 1986, cuando Cliff Burton muere en un accidente de autobús en Suecia, lo que obligó a contar para el bajo con Jason Newsted. Éste duró quince años y ya fue sustituido por el actual, Robert Trujillo.

Metallica tienen nueve discos de estudio y nueve premios Grammys, además de muchas anécdotas que iremos dosificando por si les ponemos más adelante. Sobre la canción que hoy os propongo escuchar, he decidido guiarme por mis expertos colegas, que aquel 1993 me abrieron las puertas del ‘Masters of Puppets’ (1986), disco legendario, y el ‘And Justice for All’ (1988). Este último, comprado ya en CD, contenía -y contiene- una canción descomunal de casi ocho minutos: «One». Buena para salir a mear y darse el lote con alguna, que diría alguno por ahí…

Escojámosla pues. «One» es para mí una exhibición instrumental, de guitarras, que parecen simular el sonido de una ametralladora en la atronadora segunda parte de la canción. La primera parte, algo más de tres minutos, es una calmada intro donde se exhiben las guitarras, con punteos que se quedan grabados en la cabeza. Conviene apuntar aquí al hilo de ello que «And Justice for All» marca un hito en el equipamiento de las guitarras de Metallica, porque dejan sus ‘full stacks’ valvulares de la marca Marshall, y pasan a utilizar la ‘Mesa Boogie’, para obtener un sonido aún más agresivo. Y eso, los fieles de la banda, lo aprecieron en «One», la cancion basada en la película de Dalton Trumbo “Johnny cogió su fusil”, y que además supuso el primer videoclip de la banda californiana.

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