Masters de Augusta: Tiger Woods y el reto del 15º ‘Major’

Ya está aquí. Hoy comienza el 77º Masters de Augusta, el único de los cuatro torneos del Grand Slam de golf que se disputa en el mismo campo, el Augusta National Club, en el estado de Georgia, con el imponente recorrido que cuida una legión de jardineros, los ‘greenkeeper’, y que es sede del selecto club de socios que un día decidió crear el mejor torneo del mundo, con permiso, claro está, del centenario Open Británico. Tan selecto que este año da acceso por primera vez en el listado de socios a dos mujeres, Condoleezza Rice, la del Gobierno Bush, y la financiera Darla Moore.

El Masters de Augusta reúne a los 94 mejores jugadores del circuito -es el único grande que no es Open- para hacerse con la mítica Chaqueta Verde. Los 40.000 espectadores que se espera lo sigan en directo habrán pagado entre 729 euros y más de 3.000. Una burrada acorde al espectáculo y el selecto escenario. Mencionar Augusta es mencionar el Bernabéu, Maracaná o Wembley en fútbol, el velódromo de Roubaix o el Tourmalet en ciclismo, La Mano de Elías de Tel Aviv, la Pionir Hall de Belgrado o el Boston Garden en baloncesto; es Zurich en atletismo, o Montecarlo en rallys. No es la catedral porque ésa es el campo escocés de Sant Andrews, pero sí un escenario magnético que por sí sólo justifica seguir el torneo. No digamos cuando este año Tiger Woods está a la cabeza de las apuestas, de nuevo como número 1 del mundo tras su ‘affaire’ doméstico.

La expectación es máxima. Para empezar, la presencia de un chaval de 14 años chino, Tianlang Guan, el ser humano más joven en jugar el Masters, arrastrará tras de sí a cientos de millones de telespectadores del gigante asiático. Pero ni eso podrá con la posibilidad de que Tiger y su aura mediática logren el que sería su 15º Major, y con él su quinta Chaqueta Verde, la que le dejaría a una sola del mítico Jack Nicklaus. Su último triunfo data de 2005, cuando igualó a cuatro títulos con otra leyenda, Arnold Palmer.  Tanto el ‘Oso Dorado’ como ‘The King’ coincidieron en su día en que Tiger podría ganar hasta diez Masters, justo lo que suman entre los dos. Veremos. Tiger no ha vuelto a ganar un grande desde el Open de Estados Unidos de 2008, pero en contraposición está su retorno al número 1, desbancando al joven norirlandés, Rory McIlroy.

Las apuestas reflejan que ése puede ser el gran duelo, aunque el jovencito de la Hollywood de Irlanda del Norte lleva un año irregular. Eso parece pesar más que su reciente segundo puesto en el Open de Texas, un resultado que ha desconcertado a los expertos. Más o menos como cuando ganó la PGA y el Abierto de Estados Unidos con sendas ventajas de ocho golpes. A sus 23 años es la nueva bomba del golf mundial y, con Tiger recuperado, el posible antagonista de la leyenda. Pero parece en crisis: tras cambiar su equipamiento al firmar un millonario contrato de patrocinio con Nike, McIlroy está en baja. No pasó el corte en Abu Dabi. Perdió en primera ronda en el Match Play y se retiró tras 27 hoyos en el Honda Classic. Una incógnita.

Más allá de Woods y McIlroy se baja un peldaño. En él parece estar el actual campeón, el norteamericano Bubba Watson, que admite que «para ganar a Woods tendrá que ponerse enfermo»; también el tricampeón, Phil Mickelson, capaz de todo en el Augusta National. Y ojo al norteamericano de Tennesse, Brandt Snedeker, ganador en el prestigioso Pebble Beach.

No está claro que Sergio García, uno de los tres españoles en liza junto a Gonzalo Fernández-Castaño y Chema Olazábal, esté ahí. El mejor jugador español de los últimos años sigue sin ganar un grande a sus 33 años, y después de 57 tentativas. Es su decimoquinta participación en Augusta, pero no hubo manera en las 14 anteriores. En su última participación, tras firmar una tarjeta de 75 golpes en la jornada final, dijo que «no soy lo suficientemente bueno para ganar un Grande. A partir de ahora me conformaré con acabar segundo o tercero». No parece una buena preparación psicológica, pero ha pasado un año desde entonces y es el número 12 del mundo. Debe estar en la pomada y, quién sabe si lo hará para enfundarse la Chaqueta Verde que para España sólo se han traído Seve Ballesteros y Chema Olazábal, en dos ocasiones cada uno.

Para acabar, unos cuantos datos técnicos del mítico recorrido por Augusta. Tras el aumento de su longitud, llevado a cabo en 2002, los 18 hoyos suman 6.796 metros, a par 72, con 10 pares cuatro, cuatro pares cinco, y cuatro pares tres. Está todo tan cuidado que perder calle e irse al rough no penaliza tanto como caer en los bunker o irse a alguno de los lagos. El Augusta National tiene una zona que me apasiona, que apasiona a todos: el Amen Corner, o la esquina del Amen, llamada así porque dicen que hay que rezar para salir de allí con el par. Ninguna serie de hoyos es tan famosa en el mundo: son el 11, 12 y 13. En realidad el nombre se refiere al final del hoyo 11, el hoyo 12 y el principio del 13, según el hombre que así lo bautizó, el periodista Herbert Warren Wind. Hizo con ello honor a un disco de jazz llamado “Shouting at Amen Corner”.

Para mí, y muchos, claro está, es especialmente memorable el 12, un par tres de 142 metros que exige una precisión absoluta de salida, jugando un hierro 6 ó un 5. Es precioso por el lago, pero a la vez endemoniado. El talud del green y la caída piden el sitio exacto para dejar la bola lista para un putt con posibilidades de birdie. Sólo apto para maestros. Recuerdo de cuando seguía a Seve Ballesteros la tensión que transmitía ese hoyo, y no digamos ya con el título en juego en la útima jornada.

Creo que es la palabra: tensión. Eso es el golf. Y más en el Masters de Augusta. Disfrutadlo los que podáis.

Si lo queréis seguir, este año lo echan en España en Digital Plus, desde hoy jueves a las 21:00 horas. El domingo la jornada comenzará a las 20:00 horas.

JAIME FRESNO 11 de abril.

Previo del Masters de Augusta

 

 

 

 

 

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