En primer lugar, hablar de Bad Religion, banda californiana creada en 1979, es hablar de un punto de inflexión en la historia del punk rock, pues su nacimiento lleva aparejada la creación del sello independiente ‘Epitaph’. Hoy, su simple mención, supone citar a casi todas las grandes bandas del estilo de los 80 a esta parte.
El guitarra Brett Gurewitz fue el que se puso al frente de la iniciativa: «La escena era gris; sólo había bandas de colegio; por eso decidimos escribir nuestra propia historia y, de paso, ayudar a otros a escribirla. Porque no teníamos cabida, tan sólo había unos pocos sellos de punk que estaban en la frontera entre lo que hacíamos y el pasado. Pero, a la vez, también había un caldo de cultivo de bandas que pedían a gritos editar sus primeros siete pulgadas. Eso es lo que nos terminó de animar». Un ejemplo de cómo no plegarse a las adversidades e inventar para salir a flote.
Así que, en 1981, ‘Epitaph’ lanza ‘Bad Religion’, el primer trabajo de la banda, de apenas seis canciones, y con él se abre una sucesión de 17, hasta el último, ‘The Dissent of Man’ (2010).
Los que van llegando al Topete son, obviamente, los de los 90, básicamente, ‘No Control’ (1989); ‘Against the Grain’ (1990); ‘Generator’ (1992); y ‘Recipe for Hate’ (1993). Viendo carátulas en la red, ahora no recuerdo si llegamos a traer alguno más de la época, como el ‘Stranger Than Fiction’ o el ‘The Gray Race’ de 1996. Lo que sí recuerdo es que eran canciones de apenas dos minutos, muy melódicas para lo que estilaba el punk, y muchas de ellas memorables en la inconfundible voz de Greg Graffin.
Detrás de la llegada de Bad Religion al garito, estuvieron casi todos: Ismael, Miguel, algún Chirri…Muchos. Era como un acuerdo tácito común a la panda: Bad Religion tiene que estar aquí, y punto. Además, servían para dar un toque exclusivo de punk, en tiempos donde empezaban a asomar los más comerciales Green Day y Offspring. Casi siempre, y como veremos más adelante, se buscaba ir más allá de las vías convencionales, explotando parte de la amplia cultura rock de los amigos. Cosa importante, teniendo en cuenta que Topete estaba en un edificio con veintitantos bares de copas, algunos con parecida orientación musical.
¿Y qué ponemos de Bad Religion? Difícil elección. El disco que más utilizaba, en vinilo, era el ‘Against the Grain’, que recomiendo escuchar entero. No sobra ni una de las 17 canciones. Entre ellas, voy a escoger una que los fieles váis a recordar: ’21st Century’
JAIME FRESNO 21 de enero de 2013