Hoy leo la noticia ya oficial del fichaje de Juan Antonio Anquela por el Granada, algo no por anunciado menos relevante, pues su marcha de la A.D. Alcorcón cierra la que quizá haya sido la etapa más llamativa de un entrenador de fútbol en territorio nacional en los últimos 20 años. No hablamos de títulos, hablamos de la transformación de un club de arriba a abajo, haciendo primar la optimización de los recursos deportivos hasta límites inimaginables. A pie de campo, yo vi jugar al Alcorcón en la Dehesilla y Rodeo de Cercedilla dos y hasta tres temporadas, en Preferente y en Tercera División, a finales de los 90. Era un equipo plagado de urgencias, incapaz de sacar provecho a plantillas de calidad superior a la categoría en la que jugaba, con la estocada de la gestión de Pedro Moreno todavía metida hasta la bola, y con el empresario manchego Estéban Márquez, un señor por cierto muy amable, empeñado en reflotar la nave. Lo hizo inyectando dinero y contratando a José Díaz Pablo, un entrenador de prestigio en Madrid, inquilino de banquillos importantes, sobre todo en equipos sureños como el Móstoles. Subió a Tercera División como campeón de Preferente e, inmediatamente, el equipo se plantó en los play-off a Segunda B como quinto de Tercera, tras la obligada renuncia del Real Madrid C a jugarlo por estar el Castilla en categoría de bronce. Y el Alcorcón volvió a subir: firmó una fase de ascenso impecable ante el Lealtad de Villaviciosa, La Bañeza y el Xove Lago gallego. Fue el primer gran paso para entender el Alcorcón actual.
De aquel año tengo una anécdota, en la que quizá fuese la mayor hazaña del Cercedilla, capaz de derrotar por 2-1 al engrasado equipo alfarero en el exilio de La Herrería de San Lorenzo -puedo equivocarme, pero creo que ese fin de semana la nieve cubrió con 40 centímetros la Dehesilla- .
Fue el día en que Teo Lázaro, conocido representante de jugadores y entonces técnico parrao, cogió casi de la pechera al semilesionado Esaú -sí, el héroe del Alcalá en Ponferrada, y que la noche anterior tenía el tobillo como un botijo- y le preguntó: «¿Cuántas carreras crees que tienes? ¿Dos, tres? Si son tres de puta madre, sales y haces la tuya». Esaú no dijo nada. Se quitó la sudadera y, a la segunda galopada por la derecha, dejó atrás al lateral y embocó de tiro cruzado para ganar el partido, decisivo para la salvación.
Hecho el inciso, sigo creyendo que aquellos fueron años cruciales en el Alcorcón; sobre todo pusieron la base para trabajar con cierta estabilidad. El club se afianzó en Segunda B, con el único susto de la promoción de descenso salvada por el valor doble de los goles en campo contrario ante la Gimnástica de Torrelavega, e inició una lenta pero segura escalada hasta la primera mitad de la tabla, con entrenadores como Raúl González o David Gordo. Hasta Anquela, entrenador jiennense, casi anónimo en Madrid, que llegaba procedente del Águilas tras iniciarse en el banquillo de su tierra, el del Real Jaén, y pasar por Huesca y Melilla.
Un hombre de currículum normal que hoy ha oficializado su adiós tras cuatro temporadas que lo han hecho especial, cuatro años en los que ha pilotado una transformación casi sin igual y en la que, por cierto, el club ha pasado a ser Sociedad Anónima -obligado por el ascenso a la profesional Liga Adelante- sin mayores problemas, al menos que yo sepa.
Para mí, lo más asombroso no fue el 4-0 al Madrid, sino la derrota por 1-0 en el Bernabéu, con el Madrid sin saber qué hacer durante 90 minutos y con Sergio Mora dejando a Fernando Gago -23 millones de euros para el Boca- a la altura del betún. Una lección coral que puso en valor el trabajo táctico que se realiza en la tercera categoría del fútbol español. Aquello, combinado con un campeonato de Liga en Segunda B ganado con gran autoridad, y el posterior ascenso a Segunda ante el Ontiyent, fueron su primera gran obra. La segunda empezó traumática, pero ha acabado a un solo gol de la Primera División. Traumática porque el ascenso obligó a dar bajas importantes: Diego Cascón, Fernando Béjar, Íñigo López, Ernesto…; y a construir en tiempo récord el equipo que estos días asombra todavía más, gracias al soberbio trabajo de la dirección deportiva que lidera el asturiano sonriente: Nico. Ese año fui con Toño Jiménez a Santo Domingo a comentar el Alcorcón – Ponferradina de la segunda jornada de Liga Adelante, y vi casi los mismos automatismos que el año anterior, pero con seis o siete piezas distintas, a cada cual más sorprendente. Sabía de la calidad de Fernando Sales, pero no esperaba en la banda opuesta otro puñal, como Paco Montañés; desconocía que tras Íñigo López llegara un recambio de tantos kilates como el francés Babin…Esperaba mucho de Sergio Mora, de acuerdo con lo que dije arriba, pero no podía prever una explosión como la de Quini, transformado de pronto en un delantero formidable en Segunda tras haber destacado en la categoría inferior con el Leganés y, si no recuerdo mal, autor de sus dos primeros goles en la categoría de plata aquel día.
En fin, Anquela y Nico han llevado a cabo una tarea de cirujanos deportivos cuya continuidad queda ahora un tanto en el aire. Veremos qué sucede a partir de ahora.
De momento, ese trabajo ha sumado tres o cuatro mil acompañantes a los incondicionales de la Peña El Crono, cuyo megáfono tardará en volver a sonar con eco por el efecto rebote de las butacas vacías de la preferencia de Santo Domingo…
JAIME FRESNO. Juan Antonio Anquela ficha por el Granada
19 de junio de 2012