Os recomiendo conocer Anduva. No tiene por qué ser ahora, que el Mirandés vive días de vino y rosas, glorificado por la Copa del Rey y, seguramente, a tres meses del primer e histórico ascenso a Segunda División y a las quinielas semanales. No hace falta porque Anduva, me han venido contando desde finales de los 90 y ayer lo vi , huele a fútbol. Es un campo norteño, a la vasca, tipo Ipurúa, con 4.000 plazas y una grada de lateral donde la gente se mete de pie y parte el cántico más famoso: «Esto es Anduva, Anduva, Anduva que te empuja…» Como la cubierta es baja y protege casi hasta la misma línea de banda, es verdad que los jugadores pueden sentir que el campo tiene alma y que les lleva en volandas, porque el sonido rebota y llega al campo potente. Si el Mirandés asciende, esa grada deberá ser remodelada, llegarán las butacas de plástico y se irá al carajo el romanticismo, pero seguro que no desaparecerán los cánticos.
Anduva tiene un césped de verde jugoso y cortado a pelo más bien largo: es espectacular. El balón rueda como las bolas que golpean con el putter Tiger Woods o Luke Donald en cualquier green de Augusta. Y sus dimensiones, 105×69, no son precisamente las de un campo pequeño. Pequeña es la zona de calentamiento, porque las vallas están pegadas a la línea de banda. Ayer, Pablo Infante esquivó a dos de la Ponferradina que venían calentando de frente y se metió un par de pasos en el rectángulo de juego en pleno partido. Supe al verlo uno de los secretos de su regate eléctrico.
Pese a que es viejo, Anduva está muy limpio y cuidado, por fuera y por dentro. Y atendido por personal que sabe que organizar un partido de fútbol es recibir gente de fuera, como mínimo al equipo contrario, y cuidar de que su labor profesional o su estancia como espectador sea cómoda. Más en Segunda B, generalmente tras largos viajes de autobús y coche. Ayer, por ejemplo, la megafonía dio la bienvenida y deseó una agradable estancia en Miranda a los 250-300 seguidores desplazados para animar a la Ponferradina, cosa que sólo recuerdo ahora que hace el Rayo Vallecano. Es cuestión de hospitalidad y, por tanto, cuestión de humildad. Algo que puede parecer simple, no lo hacen el 90% de los equipos.
Pero, aparte de estas cosas, ayer tuve la sensación de que el Mirandés está llevado por una serie de personas que hacen que la cosa sea probablemente irrepetible: una directiva que gestiona con maestría cada céntimo, y no la lía cuando la Diputación de Burgos les da cero euros, o tienen que retirar la grada supletoria del día del Athletic porque el Ayuntamiento, después de recibir del club la mayor campaña mediática de su historia, no ayuda con los 9.000 euros de su coste mensual, como me contó tras el partido el vicepresidente. Un amabilísimo José Ignacio Ugarte que puso una sonrisa cómplice cuando le pregunté que cómo coño es posible que para ver la previa del partidazo ante la Ponferradina haya que bajar en la web del Diario de Burgos más allá de la del Burgos CF y la de la Arandina, ambos en situación de descenso a Tercera División; un entrenador, Charly Pouso, del que voy a descubrir pocas cosas porque se le ha entrevistado a escala nacional e internacional. Sólo añadiré algo de la Liga, que hace magia con la plantilla, con siete bajas importantísimas y aumentando la diferencia en la tabla; y que es capaz de que el Mirandés pase de jugar en largo a hacerlo de repente en corto, en cuestión de un minuto -ayer lo resaltó Claudio Barragán, técnico de la Ponferradina, en la sala de prensa-. Es buen amigo de Toño desde su época en Sestao y ayer acabó su comparecencia riéndose a cuenta de la mariscada que no pudieron meterse la noche anterior por temas del viaje. Un fenómeno hablando, un fenómeno desdramatizando el fútbol. No estaría de más que Mourinho viese en vídeo cómo habló y cómo se dirigió al personal. Ya os colgaré algo por aquí que pillé con el móvil; y luego la plantilla. Hablé con Pablo Infante y esperaba un saludo cordial pero no que se entretuviera a hablar. Te cuenta todo tal cuál, con ese acento burgalés cerrado, la cara sonriente, la humildad de un juvenil. Es liviano, fino, cuerpo de ciclista. Ayer hizo un doble quiebro, creo que a Pepe Alcaide, en el que es imposible ver por dónde va a salir, porque no perfila el cuerpo cuando encara. Espectacular. Tiene pubalgia y eso es chungo. Nos dijo Pouso que sólo está para media hora, y que «es cuestión de elegir si al principio o al final». También vi a Ander Lambarri, porque resulta que a Toño le pusieron a narrar en el gimnasio acristalado de Anduva, donde instalaron más líneas RDSI, probablemente en plena vorágine de la Copa. Allí estaba el ariete recuperando su lesión, y ahí estuvimos charlando con él, foto incluida que os pongo abajo. Otro tío humilde y sonriente, por muy extraño que uno sea. De veras que llama la atención en los tiempos que corren.
Ya digo que es un compendio de cosas que se juntan que será muy difícil ver de nuevo, no sólo en el Mirandés, sino en cualquier club.
Y por último la afición, lo más parecido que he visto a la de la Ponferradina -Sporting y Athletic al margen, porque son de Primera-. Como se juntaron las dos, imaginaos, y eso que ciertos follones en la Federación de Peñas de la Deportiva hicieron que no viajaran más de los dos centenares que dije antes. El caso es que a mediodía tomaban cañas entre ellos por la calle del bar Madrid y, supongo, que en más sitios. Y en el partido, hubo un rato impactante en el que alternaron al únísono: «¡Deportiva!, ¡Mirandés!». Así, y al revés. Así hasta 15 ó 20 veces. Por supuesto, hubo lleno absoluto, 4.053 espectadores, dato oficial, con 439 entradas vendidas. Si hacéis la resta veréis que casi toda la masa social del Mirandés estaba allí. Tremendo. Pensando en todo esto me planté en lo alto de Somosierra…Ahora escribo desde casa, no creáis.
JAIME FRESNO – Marzo de 2012
y la foto?
Tienes toda la razón: ahora la inserto. Esto es lo que pasa al rescatar textos de los que escribí en facebook, que luego se quedan sin las fotos que entran por allí. Gracias por avisar. Espero que no me vuelva a pasar